¿Te duele?

Sí, claro que te duele.


Te duele, estás tan destrozado que solo piensas en el momento en el que tu corazón se rompa de una vez por todas para no volver a latir jamás. Crees que nadie te entiende, a veces piensas que eres la única persona en el mundo que sufre, una persona que cree que se da cuenta de cosas que nadie más se da cuenta, una persona con un mundo interior tan complejo, complicado y difícil al que nunca deja salir…

Déjame decirte algo, hay miles de personas a tu alrededor, que pasan por lo mismo que tú. Por esos vacíos, por esas lágrimas, por ese malestar continuo, esa anemia psicológica. Tú y tus silencios. Tú y tus gritos que nadie escucha. Tú y todo lo demás que parece no entenderte.


¿Por qué empiezas a pensar que todos están en tu contra? 

Eres tú el que no se deja ayudar. Eres tú contra todos. Tú contra la idea de que alguien quiera escucharte. Tú contra la sensación de sentir un abrazo de una persona a quién importas.
Aún te quedan muchas alegrías que vivir, muchas lágrimas que derramar, tantas sonrisas por esbozar… 

¿Para qué quedarnos con lo malo? 

No vamos a salir vivos de aquí.
Todo depende de ti, de si eres capaz de decirle a esa persona de la que estás enamorada tus sentimientos en lugar de llorar por ella. En nuestra mano queda valorar a nuestra familia antes de que ya no estén. En nuestra mano queda ayudar a los demás en lugar de fingir que te importan sus problemas. En nuestra mano está la fuerza necesaria para seguir adelante con todo, problemas, obstáculos, dificultades… todo.

Y es que en nuestra mano quedan, las ganas de ser feliz.